Mi gata Luna...
La secuestré hace 13 años de una caja de zapatos donde estaba con sus 5 hermanitos y su madre "Cleopatra, la gran gata siamesa". Eran 6 bolitas de algodón blanco maullando sin parar. Me conquistó cuando al cogerla me lamió el dedo con su lengüita de estropajo, me fijé en sus bigotes locos, en lo redondita que era toda ella y remató el hechizo mirándome con sus enormes ojos de un azul estrellado.
Han sido 13 años de aliento a galletitas de hígado de buey, de despertarme con las piernas entumecidas porque dormía sobre ellas, de lamerlo todo de manera compulsiva, de flipar en colores cuando la escuchamos referirse a mi madre "Mama" (perfectamente pronunciado, lo juro), de lágrimas cuando se calló por la ventana, de infinita comprensión cunado intuía que estabas pasando un mal rato y venía a lamerte, de verla perseguir pelotitas de papel albal, de morder los cordones de mis zapatillas, de freírse al sol en la terraza, de un gran amor casi romántico cuando abría la puerta de mi casa cada día, de comerse el espumillón del árbol de Navidad, de volverse loca con mi pasta de dientes y los chicles de menta, de quedárme como un idiota horas mirándola dormir hecha un ovillo, de beber directamente del grifo, de partirme de risa cuando le dió por lamerse la tripa y se dejó dos tetillas al aire, de una compañía incondicional en las noches solitarias...
Hace un par de días se puso muy malita, seguíamos un tratamiento pero no estaba sirviendo de nada, estaba muy cansada y no ponía nada de su parte. Era ya mayor, quería descansar y estar tranquila...
Decidí hacerle caso, ahorrarle el sufrimiento y dejar que se fuera...
Me quedé con ella hasta el final.
Me la durmieron en los brazos y noté cómo su pequeño corazoncito dejó de latir. Se podía bucear en sus enormes ojos vidriosos. Lo peor fue dejar su cuerpo inerte sobre la fría mesa de metal y abandonar 13 años llenos de amor en la mesa de un veterinario...
La secuestré como un niño y en la hora de su muerte me comporté como un hombre. Con ella mueren muchas cosas, es un símbolo de una época de mi vida, siento un vacío enorme por ella y por el niño que jugaba con ella. Las lágrimas que derramaba no eran mías sino de él.
Los voy a echar muchísimo de menos...
Lo que más resuena en mi cabeza ahora es mi propia voz más aniñada llamándola:
Mi gordita...
Cariño de papa...
Mi niña bonita...
Ojazos...
Mi Lunita preciosa...
Ay mi Luna...
Ay...
Hola, majete. Ya sentimos lo de Lunita. Seguro que ahora está maullando y lamiéndose la pata por algún sitio, junto a una montaña de galletitas de hígado de buey.
Lo pasamos muy bien con vosotros este finde, y nos han encantado las cosicas que nos habéis traido. Aunque el mensaje del gato se ha borrado porque debimos de darle sin querer al botón de grabar (fallo de diseño, deberían haberlo cubierto por una tapita o algo). Así que la próxima vez que nos veamos, nos lo vuelves a grabar.
El martes tuvimos ecografía y... tachán tachán... no se sabe seguro todavía, pero apunta a que va a ser Roberta y no Roberto (nos sale vergonzosa, por lo visto, o más bien, por lo no visto)
Así que nada, a esperar. A ella también la esperan unos bonitos patucos que hacen ruido, jejeje ;D
Hola, no te conozco ni me conoces, pero entiendo y comparto toda tu tristeza por tu Luna Querida. Ya han pasado varios meses, pero de alguna manera ella sigue ahí.
Se lo que es la compañía de una gata o de una perra y solo aquel que vive o vivió con ellos sabe todo el amor que eso significa. No se porque te esoty escribiendo, quizas porque hoy este muy sensible o porque tu sensibilidad me conmovió.
No leí todo tu blog, pero para muestra solo basta un botón y pareces un buen tipo, te deseo mucha suerte y deseo que seas felíz.