chupitangas: Mae West...

Mae West...

Su paso por el cine fue fugaz y tardío, y estuvo marcado por el escándalo y la mojigatería de sus opositores, pero revolucionó el cine americano hasta lo más profundo de sus cimientos.

Se la llamó "reina del sexo" y en efecto fue el más contundente sex-symbol de los años treinta, pese a que su anacrónica silueta victoriana, oronda y coronada de pelucas con tirabuzones rubios, no era la más apropiada para despertar el entusiasmo de las masas.

La genuina innovación que Mae West aportó a las pantallas no estuvo nunca basada en sus formas generosas realzadas por atuendos ceñidos y ostentosos, recargada de bisutería y maquillaje, y que no parecía sentir la menor vergüenza en su origen obviamente desclasado, su desprecio a los modales supuestamente refinados y su escaso apego a lo que entonces se denominaba "virtud femenina".... Fue más bien la creación de un nuevo e inimitable tipo de mujer fatal, inédito hasta entonces en el cine. Por primera vez la mujer fatal de convertía en una auténtica devoradora de hombres, sin paliativos.

Dejaba de ser un "objeto deseable" para transformarse en un "sujeto deseoso".

·Cuando tengo que elegir entre dos males, siempre prefiero aquel que no he probado

·Cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mucho mejor

·Es difícil ser graciosa si al mismo tiempo tienes que ser decente

·No cometo nunca dos veces el mismo error, a no ser que me salga a cuenta

·Es mejor ser examinado que ignorado

·He perdido mi reputación. Pero no la echo en falta

·Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes

·¿Para qué casarse y hacer sufrir a un hombre cuando se puede hacer felices a muchos?

·Normalmente evito la tentación, a menos que no pueda resistirla

·Soy una chica rápida a la que le gustan los hombres lentos

·¿Te alegras de verme o es que llevas una pistola en el bolsillo?

·El sexo es como una partida de mus: Si no tienes una buena pareja… más te vale tener una buena mano

·Estuve en más rodillas que una servilleta

·Cuando un hombre simpático me busca, me encuentra. Cuando un hombre simpático no se atreve a buscarme, pero me quiere, lo encuentro. Cuando un hombre simpático ni me busca ni me quiere, le miro divertida y le dejo ir. Cuando un hombre antipático no me quiere, que me haga sitio, que tengo unas caderas muy movedizas